Subió el alquilerFaltará cemento para la Visera, no lo querrán de inquilino en el Cilindro... El Rojo goleó a la Acadé en la Feliz, donde el historial también aumenta cada temporada.
Se lo ganó en ojotas, porque con escasos cuatro días de pretemporada, en las arenas marplatenses regresó a esa vieja costumbre: sacar chapa en el clásico de todas las horas pero a 400 kilómetros de Avellaneda. Se lo ganó blanquito, puro, porque el sol no le llegó a pegar. Y no le hizo falta tostarse. Bastante quemado terminó el Apertura. Movedizo arriba, golpeando de contra, atravesando una defensa que marcaba en línea (más adelante que de costumbre) con tiros cruzados, se llevó puesto a un Racing con más nombre pero duro de ideas. Duro como el cemento que le falta a Independiente para terminar el Libertadores. Duro como el accionar de su nueva conducción, que ya no quiere ceder el Cilindro. Sin embargo, poco importó esta reciente historia. En La Feliz, y más allá de lo que digan las inmobiliarias, el Rojo volvió a alquilar a la Acadé. Y ese 1-0 bisagra no tuvo precio. Ni hablar de los punitorios impagables que terminaron en goleada. Así, a los 18', Fredes, inqulino de la casa, le puso la cabeza a un centro bicho por derecha de Higuaín que Migliore no se animó a cortar. La misma jugada, un minuto antes, había terminado en las manos de Gabbarini tras una combinación Lucero-Lugüercio. Ahí, en las áreas, se definió la cosa. Hasta ese momento, a Racing se lo notaba más fluido a partir de un 4-1 (Yacob)-3-2 que terminaba centralizando ataques en lugar de abrir la cancha. Adentro esperaban Caballero, sin puntería; el Payaso, sin brújula; y Gabbarini, más que despierto tras 63 partidos en el banco de Primera. Contra esa coyuntura, y más allá de alguna cosita de Chatruc, el diente afilado y animado del debutante Ratoncito Pérez, y las extrañas diagonales de Lucero, Racing era ladrillo hueco a la hora de construir solidez. Y Toti Ríos, en ese torbellino de hibrideces, hacía la diferencia volanteando con el tradicional 4-3-1-2. Además, más allá de los desenlaces más propios del sentido común de este plantel Rojo, el tridente de ataque se mostró vivaz. El Pipita fue un perspicaz lanzador mientras Chuco Sosa y Gandín preferían hacer lucir a Migliore, a exponer pequeñas miserias (defensivas) ajenas. Es más, ni siquiera el segundo tiempo modificó la ecuación. De hecho, Cáceres mediante, Higuaín se hubiese reposicionado tras un semestre de interrogantes con un regate que dejó tirado al ex arquero de Boca. Pero Racing continuó demostrando porqué, incluyendo la derrota de anoche, sacó dos de los últimos 18 puntos en juego. Y se despidió entregado. Ahí, en el área, se definió la cosa. Volvió Patito Rodríguez a Mar del Plata y hasta humedeció el almita de Gandín. Sin mucho esfuerzo. El viejo alquiler se definió en ojotas...
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