Por segundo día consecutivo, los ambientalistas apostados un kilómetro antes del puente José Artigas que une la entrerriana Colón con la ciudad uruguaya de Paysandú, debieron conformarse con desplegar carteles y entregar volantes a los turistas, sin poder concretar su anunciado bloqueo de la ruta 135.
"¿Si fracasamos en el intento de cortar la ruta? Nuestro objetivo siempre fue poner en la agenda de verano de los medios, la problemática de Botnia; el bloqueo es solo una acción más", se atajó Jorge Fritzler, ambientalista de Gualeguaychú.
Lo cierto es que el despliegue de Gendarmería, que incluyó un grupo de 30 efectivos antimotines y otros 120 hombres, duplicó la cantidad de manifestantes. Esta disparidad de fuerzas, obligó a los ambientalistas a revisar el objetivo del bloqueo, planteado hace casi un mes.
La acción ambientalista del viernes se redujo a una ocupación por no más de una hora de una mano de la ruta 135. Así, los gendarmes colocaron conos naranjas en el asfalto para desviar el tránsito a la otra mano.
Cuando los asambleístas de Gualeguaychú y de otras localidades de la ribera del río Uruguay anunciaron la intención de bloquear el puente Artigas, justo con el recambio turístico quincenal, el gobernador entrerriano Sergio Urribarri, intendentes de la zona y funcionarios de la Casa Rosada, casi a coro, salieron al cruce y prometieron garantizar el paso vehicular por el puente Artigas.
Ayer por la tarde, la temperatura aquí rondó los 35 grados. Se vieron pocos coches transitando la ruta (la mayoría lo hizo ayer). Solo cuatro gendarmes (acalorados con sus vestimentas y borceguíes) vigilaban menos de cincuenta asambleístas, que con una guitarreada y agua mineral, aguantaban el calor. Un número insuficiente para intentar el corte que habían anunciaado. El resto de los gendarmes se mantuvo expectante debajo de un tinglado. A esas horas, las playas de Colón se llenaban de miles de bañistas.
Todos, paradójicamente, mojándose en el río Uruguay, cuyas aguas están en el centro del conflicto a partir de la instalación de Botnia, la fábrica finlandesa procesadora de celulosa.
"No estamos aislados; ocurre que mucha gente no vino por temor a la represión", justificó Poli Echeverría, ambientalista de Colón.
Ayer al mediodía, Vilma Ripoll, dirigente del Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST), apareció por el campamento de los asambleístas. "¿Que Néstor Kirchner no apoyó el corte? Pero si trajo todos los gobernadores al corsódromo de Gualeguaychú. ¿Por qué no dijo esa vez que se buscara otra metodología de protesta contra Botnia?", se preguntó.
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